martes, 15 de marzo de 2016

Night of the Living Hypersexuals (o cómo ser un pelotudo sin ser un insufrible en el 2016)




Las mecánicas de la vida suelen ser curiosas, fascinantes y, la mayoría del tiempo, repugnantes. Lo mismo que su producto.

Dentro de nuestro presente tema de interés esto es aún más vomitivo y deleznable, puesto que se trata de nada menos que la materia prima del resultado de las mismas, en la más cruda de sus formas. Un eslabón aún menos útil y más pedorro en la cadena alimenticia del entretenimiento cibernético, lo cual tomando en cuenta su vasta pudredumbre ya es mucho decir.

Luego de vaya a saber cuantos años, se me da por volver a escribir. Tal vez como antes, para traducir mi renuncia de toda forma de interacción marital a dos escritos de mierda, antes de volver a la penumbra de la adicción al porno. Sin embargo, quizá usted como lector casual, que buscando jailbait en ropa interior llegó hasta aquí, pueda dilucidar una sensación similar a aquella que ocurre luego de una sesión en el inodoro. Ese diminuto momento en el que, sabiendo subconscientemente que una parte de usted se está llendo para más nunca volver, le regala a dicho producto estomacal una mirada semi-romántica y un emocionante adios involuntario, antes de enviarlo directamente hacia el averno atmosférico.



Las razones de mi regreso son variopintas, quizás la más sólida depositada en el ocio. Sin embargo, en pos del entretenimiento y de interrumpir su masturbación, prosigo a nombrarlas:

Reestructura
Mucha gente piensa que mi rutina se reduce tan solo a consumir abundantes cantidades de porno y entretenerme con diversas formas de arte. Si bien como el sano individuo que soy esto es verdad, lo cierto es que la mayoría del tiempo que no ocupo observando fotografías de adolescentes o viendo un capitulo de Futurama lo utilizo para dedicarme a diversos proyectos audiovisuales, varios de los cuales me permiten subsistir hasta cierto punto.
Sin embargo, lo importante en la vida de todo ser pensante es el balance. Por esta razón, a pesar de llevar una rutina muy rica, flexible y satisfactoria, pretendo reestructurar mis tiempos de ocio y trabajo.
Teniendo en cuenta esta premisa, y sabiendo que no la voy a poner de acá al próximo año nuevo maya, decidí sacrificar parte de mi ocio no productivo para incurrir en la escritura y en el descargo no-sexual (bueno... bueno).

Hay mucho jugo para exprimir
Luego de ya más de tres años desde mi última entrada en este blog, muchos sucesos han tomado lugar. Contra toda lógica primigenia, y confirmando el más puro pesimismo que reside en mi ideología y semen (el mismo que ha impregnado este espacio antes, y que seguirá con el subsecuente coito filo-nihilista en el futuro... ojo, hablo del pesimismo), el mundo que me rodea ha podido reinventarse a sí mismo en cuanto a estupidez y desfachatez refiere. A la fecha tenemos individuos que son auténticas minas de oro, repletas de represión sexual, inestabilidad cognitiva y disfunción neuronal; minas de oro listas a ser explotadas para nuestra diversión personal. No es que antes no existiesen, puesto que esta clase de personas con su fétida presencia han contaminado el mundo desde su concepción, pero como inequívoca muestra de la creatividad e imaginación humana, la transmisión colectiva de información ha sido subyugada de tal manera por el libertinaje acomplejado y marica que hoy no es difícil encontrar por ahí todo tipo de criaturas risibles y ridículas, tales como aquellas que se mean encima para apoyar una causa vacía y fabricada, individuos que necesitan que se les avise cuando se les va a insultar, o tipos que ven al SIDA como una especie de mantra sexual (EN SERIO).

El simple hecho de que exista gente que se ponga a llorar a causa de sentirse ofendida por internet provoca los más profundos deseos de suicidarse a carcajadas por cada uno de los orificios corporales existentes (aunque hay teorías que claman que esta acción se denomina pedorrearse de risa).



Escupo en tus sentimientos.


Necesidad
El ser humano está plagado de necesidades profundas e inherentes a su asquerosa naturaleza. Algunas están prohibidas por ley, otras por el momento no tanto. Sin embargo, y a pesar de que un largo, aburrido e inconducente debate puede llevarse a cabo, el raciocinio como tal dicta que la expresión por lo general debe remitirse al bien común: Esto es cuanto menos plausible en una sociedad homogenea.
No obstante, y teniendo en cuenta los recientes movimientos separatistas derivados de una profunda represión sexual y de un fuerte complejo personal, es posible que las formas de expresión, desde la más sutil e inofensiva hasta la más cruda e implacable, puedan en un futuro no tan lejano quedar totalmente vetadas. Esto, claro está, es gracias a la incomprensión básica del funcionamiento natural de una sociedad en una etapa de primitivo desarrollo biológico, y porque además dichos animales resentidos con la vida están creciendo en número, llegando a abarcar filas del mismísimo gobierno, cagandose encima y lloriqueando para legislar estupideces propias de una ideología que, al parecer sin darse cuenta en su gonorrea antropológica, detestan e insultan gratuitamente todo el tiempo. Si se le añade un bukakke de escepticismo se puede decir que incluso existe una agenda detrás, dada la sideral incongruencia expresada por los mentados individuos, pero esto es pasarse al rubro de costa a costa, y esa no es mi intención.
Tomando ventaja de que todavía se nos permite, hasta cierto punto, expresar nuestras inquietudes respetando los espacios, vengo a depositar mis razones de manera cruda, burda, viscosa y repulsiva en este pequeño sitio de mierda.
Ahora bien ¿Cual es la necesidad? ¿Cual es el fin? Simple y llanamente: Descargo. El requerimiento de cualquier ser cognitivo sano a despojarse de toda sutileza para, con la mayor crudeza posible, expresar una idea o punto de vista, así salga de lo más profundo de su colon.

Además, es quizá la única forma de descargo en bruto legal de la que se puede hacer uso. Y si bien por el momento no pretendo dejar de manejarme al borde de la ley, lo cierto es que tampoco tengo interés en ser compañero de cuarto de un manatí sidoso salido de las profundidades del ghetto sudamericano.


Guardia, por favor sea amable y présteme el Lysoform.

Sin embargo, recomiendo no elaborar prejuicios: Este es un post particularmente largo y denso, ideado como introducción antagónica hacia una vía de escape que está pensada desde un ángulo humorístico y fugaz (algo así como una flatulencia de ignición mañanera).

El contenido sigue siendo exactamente el mismo que antes. En tanto, la sofisticación (eh?) reside en su envase y presentación. Y por lo general, eso es lo que importa al finalizar el día.





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